Primera Parte
Convencidos de que lograr la armonía de nuestro ser es la
clave, seguimos hurgando dentro de nosotros. Encontramos a un “inquilino” muy
tenaz y atrevido en nuestro interior; inquilino capaz de generar situaciones
determinantes cada vez que ejecutamos una acción…ese Inquilino es El Ego.
Conceptos destinados a definirlo
provenientes de voceros científicos y espirituales convergen; a veces llegan a
enfrentarse dialécticamente, en su afán de darle forma o de conseguir un método
para estudiarlo pero la labor no es
fácil por no decir imposible porque es intangible, no es palpable con los sentidos; aunque a
veces creamos verlo, escucharlo, olerlo, saborearlo, tocarlo.
Y entonces ¿Que es el ego?
En latín ego significa “Yo”.
En la medida en que se comienza a analizar el yo bajo los
diferentes puntos de vista es que el ego a nivel conceptual empieza a tomar
forma; para un psicólogo, por ejemplo, el ego sería parte del estudio
prioritario del individuo para poder evaluar su conducta. Para alguna religión,
el ego sería una inclinación del individuo a separarse de Dios…mientras más YO
menos Dios.
La disertación sobre el ego viene
dada, entonces, por el área que lo esté conceptualizando.
El ego es definido por la mayoría como
la valoración excesiva de uno mismo, escuchamos o decimos frases como “esa
mujer tiene un ego insoportable” “no avanza porque su ego es más grande que una
montaña”
“Gracias a su ego quedara solo”. A nivel general, se le da una connotación
negativa al ego, cuando en realidad el Ego es la conciencia de lo que se es.
Para la psicología el ego es aquello
que hace que una persona sea consciente de su propia existencia e identidad y
de que puede relacionarse con el medio. Viéndolo de manera simple es el “yo
aquí”, existiendo en un lugar físico, en una realidad determinada. Es la
dinámica entre ese yo y el mundo físico.
Pero todo no es tan simple, el ego
empieza a ser objeto de estudio profundo
dentro de las ciencias de la psique, en virtud de la trascendencia que
tiene en nuestros actos. Simón Freud, por ejemplo, sabía que para explicar la psique del ser
humano tenía que profundizar en el tema,
tanto o más que como lo habían venido
haciendo filósofos en épocas anteriores. Es así como creó la teoría de la Estructura del Aparato Psíquico, distinguiendo
tres instancias fundamentales: el “Ello”, el “Yo” y el “Súper Yo”. El
Ello son los deseos, las necesidades
básicas, la parte primitiva de la personalidad, su propósito es disminuir la
tensión que puede existir cuando existe una necesidad básica insatisfecha.
Según Freud es el motor de nuestro comportamiento. No mide las consecuencias,
solo es. Está presente desde el nacimiento.
El Yo es el regulador, el equilibrio el accionar ante las necesidades
del ello pero con el análisis del súper yo tomado en cuenta. Sentir el mayor
placer posible sin salirse de los parámetros de la realidad .Cumple las
demandas del ello pero de manera realista.
El súper yo, contrarresta al ello es la parte que critica, reprocha,
aprueba ofrece recompensa. En esta parte
se internalizan las normas reglas y
prohibiciones.
La manera como Freud explica al ego
permite analizar con mayor eficiencia al individuo en cuanto a su conducta, el
psicoanálisis fundamenta su teoría en estos estudios, sin embargo si nuestro propósito es mejorar como seres
humanos, toda esta teoría no nos ofrece elementos para hacerlo, nos resulta
complicado nos sirve para entender un
poco de donde viene y como es, pero no para adquirir herramientas que logre
nuestro objetivo.
Otras áreas del conocimiento han
definido al ego, pero el parecido con el concepto que ofrece la psicología es
notorio, por ejemplo la filosofía dice que el ego es el reflejo de la realidad
de cada uno de los individuos, la antropología lo define como el punto desde
donde se desarrollan todos los parentescos de las personas. Como se puede
apreciar es en esencia el yo, relacionado con el área específica que lo define
o que le da uso.
Cuando queremos explicar al ego en el
área espiritual el concepto se
contrapone con el concepto de espíritu propiamente dicho, Mientras el ego es
mente, personalidad, individualidad, yo. El espíritu es Alma conexión con la
humanidad, nosotros, esencia, conexión con Dios o con un ser superior.
Verlo desde un solo aspecto obviamente
nos genera un conflicto ya que no podemos ser dejando de ser, la personalidad
es parte de nosotros y el ego forma la personalidad. Si pensamos que el ego es la ausencia de
Dios, Entonces ¿Es la sumisión la respuesta, el camino para dejar de lado a
nuestro ego? Mientras menos pensamientos más cerca de Dios y menos ego?
No es cuestión, entonces, de la creencia o no de un ser superior a
nosotros, es que al dejar que sea el yo quien domine nuestros actos,
seguramente todos los componentes espirituales en nosotros se verán
trastocados, porque al ser el individualismo nuestra premisa, obviamente el
nosotros, la conexión con la humanidad y con los demás seres vivos estará
rezagado a un segundo plano. Cosa que esta contrapuesto con la idea de crecer
en todos los ámbitos de nuestro ser impidiendo que logremos el equilibrio que
requiere nuestro ser para que logremos manejar los eventos físicos,
psicológicos y espirituales de manera armónica.
Dejar que sea el yo quien solo
gobierne nos permitirá ser a medias y no podemos acallar el hambre de SER
totalmente, algo en nuestro interior nos está indicando que somos más que piel,
más que mentes y es por ello que nos ha invadido la necesidad de descubrir algo
más del ego y de cómo influye en
nuestro crecimiento, de cómo manejarlo
para dejar salir nuestra esencia.
Al estar atentos a nuestro
interior y comenzar a percibir cuan
maravillosos somos el ser nos pide
a gritos que ahondemos en nuestra parte espiritual, ( nuestras creencias religiosas
ciertamente juegan un papel importante )
nos percatamos, en cuanto al ego, que es un inquilino habitual en nuestras vidas y
que desafortunadamente, al no comprenderlo, comenzamos una relación de amor y
odio, que al final nos limita el proceso de crecimiento en el cual queremos y necesitamos sumergirnos. En un principio nos decimos que
el inquilino es importante para consolidar nuestra personalidad , nuestro
carácter después de todo tiene mucho que ver con el ego , eso está muy bien
pero muy pronto nos sacude un escalofrió ,conscientes de lo que somos y de
quienes somos, nos damos cuenta de que
el inquilino se sobrepasó y lo que era
parte de nuestra personalidad se convirtió en una característica que
distorsiona todo lo que verdaderamente somos
, y que poco a poco nos ha convertido en seres inseguros, iracundos,
ansiosos , miedosos, y con un cúmulo de afecciones biológicas que limitan
nuestra existencia. Sería un error, sin embargo, ver al ego como “algo malo”; como un monstruo
que nos destruye día con día. Verlo de esa manera dificulta mucho nuestro
trabajo en él. El ego es parte de nosotros y por ende lo primero que debemos
hacer es aceptarlo, reconocerlo y amarlo. Al no verlo como enemigo, sino como
herramienta, las cosas empezaran a marchar de manera idónea.
Continuará
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