Segunda Parte
David Topi un estudioso de nuestro ser interior nos dice que
“el ego no es más que la herramienta que nos ayuda a organizar los diferentes
aspectos de nuestra personalidad de forma que podamos funcionar en el mundo,
ser parte de él, interactuar en todas las situaciones de nuestra vida, y
desenvolvernos con cierta soltura en todo lo que hacemos.”
Viéndolo de esta manera nos preguntamos entonces
¿Cuál es el problema? El problema está cuando dejamos que sea el ego que nos
use a nosotros como herramienta, cuando dejamos que se manifieste de manera
absoluta oprimiendo, o aniquilando a nuestro yo interior.
Si
no queremos perder el centro, la serenidad y la sabiduría no podemos
permitirle al ego tomar el control. El ego cuando es un regulador de nuestra
personalidad ofreciéndonos las habilidades necesarias para “sobrevivir” no es
malo, pero el ego que toma el control de nuestra personalidad es un problema
que al final convierte nuestra vida en un hoyo negro.
Para
reconocer al ego es necesario primero reconocer que no es uno solo, es como si
dentro de nosotros existieran varias personalidades y que alguna de esas
personalidades puede ser la dominante, estar atentos es la premisa, percatarnos
cuando esta dominando cada una de ellas y de qué manera está opacando
a nuestra esencia. Reconociendo los pensamientos que los retroalimentan y que
fabrican en la mente situaciones no reales (fantasia)
Como
nació el ego en nosotros, ese que domina y aniquila nuestra esencia? Nació en
nuestra niñez en nuestro hogar, en la escuela, al ver televisión, al
leer la historia, y se retroalimenta solito a medida que crecemos y nos
interrelacionamos. Las circunstancias sociales esa dinámica diaria lo va
alimentando inflándose como globo quita la visión al ser, lo adormece…hasta que
por fin, cuando nuestro propio organismo se empieza a quejar, nos damos cuenta
de que es el inquilino quien gobierna, y literalmente eso implica la
aniquilación de lo que somos…nuestra extinción.
El ego es perturbador
cuando se le deja, dominar nuestra esencia, nos habla
constantemente nos dice, por ejemplo:
- Lo que haces y lo que
tienes define quien eres
- Tu reputación es lo más importante así que
cuida lo que digan de ti.
- Debes actuar como
actúa la mayoría si no eres raro.
- Estas separado
de todos.
- Lo más importante eres tú.
- Debes temerle a Dios,
no trabajar con el.
- Los demás seres vivos
están por debajo de ti.
- Los niños y los
ancianos dependen de ti ya que eres el único que tienes el control absoluto de tus pensamientos.
- No sabes nada tienes
que aprender todo.
- Mientras más duela
mayor es el éxito.
- Estas en el camino
espiritual por ello eres mejor que muchos.
- Si no puedes hacerlo
eres un inútil.
Podríamos
generar una larga lista con las frases que nos dice el ego, frases que esculpen
nuestra mente convirtiéndonos en autómatas, lista interminable seguramente, el
inquilino es tenaz y poderoso , porque le hemos permitido que así sea.
Y cómo hacemos? Como hacer que ese inquilino no
perturbe de esa manera nuestras vidas?
En un principio debemos estar ATENTOS.
La atención es una de las herramientas
más poderosas con que contamos, por ello practicar a diario para estimularla y
convertirla en algo natural es prioridad en nuestro trabajo.
Si estamos atentos podemos RECONOCER al
ego, verlo, palparlo, saborearlo, olerlo, escucharlo, sentirlo.
Cuando lo hemos reconocido no es
difícil ACEPTARLO, aunque al principio lo miramos con molestia por las
consecuencias de algunos de sus actos, nuestra aceptación es casi espontánea y
desde allí desde la aceptación podremos entablar con él una relación más
adecuada a nuestra verdadera esencia y trabajarlo de manera de controlarlo
incluso totalmente.
Reconocer al ego no es difícil, lo que
viene del ego como amo, produce dolor, miedo, angustia, incertidumbre, obsesión
por el pasado o por el futuro, culpa, dudas, temores frente al sustento,
dificultad en las relaciones, temor al qué dirán, pensamientos negativos frente
a uno mismo, inseguridad, temor a actuar, temor a que nos digan que NO,
soledad, apego, rabia, manipulación, depresión, sobreprotección, intolerancia,
desapego, entre muchas otras. Esta fábrica de emociones tóxicas, llegan a
generar en nosotros enfermedades que incluso pueden acabar con nuestra vida o
hacer que nuestra calidad de vida disminuya mientras estamos en este planeta,
así que ya es hora de que identifiquemos a ese ego manipulador y dominante,
tomar el control y empezar a vivir según lo que realmente somos. Para ello es
menester que tengamos en cuenta de que el ego no es uno solo sino un cumulo de
diversas personalidades o yoes que se entremezclan entre si y que a veces toman
el control absolutamente. Cuando esto sucede es imposible que miremos más allá
de lo que hacemos, el aquí y ahora se desvanece, el pasado y el futuro son los
precursores de nuestros pensamientos. Viviremos para rescatar un pasado o para
lograr un futuro, llenos de miedos por el que dirán y por no alcanzar las
expectativas que se nos han insertado desde que nacemos a través del proceso de
socialización.
El investigador, Iván Durán Garlick,
autor del libro “El Ego" dice que “la mente de una persona con
poca autoconciencia es un hotel cinco estrellas para el ego”, por lo que para
evolucionar es necesario conocer qué tipo de ego predomina en la personalidad y
trabajarlo.
Para su investigación, Ivan Garlick
dispuso 10 categorías de ego, las cuales podrán ayudarnos a reconocer, aceptar
y trabajar nuestro ego. El Ego Sabelotodo: Es aquel
ego que siempre cree tener la razón, le gusta dar consejos sobre todo, siempre
contesta aunque no sepa, cree tener respuesta para todo, no se puede quedar
callado.
El Ego Insaciable: Es el ego “centro de mesa”, no le
gusta pasar desapercibido, hace cualquier cosa para llamar la atención.
El Ego Interruptor: Su necesidad de autorreferencia es
tan fuerte que interrumpe permanentemente, nunca deja que los otros terminen de
hablar.
El Ego Envidioso: Es el que no soporta los triunfos y éxitos de otros.
Degrada a los que cree que son mejores que él.
El
Ego Prestigioso: Es el ego que busca aplausos, reconocimiento y
admiración en todo lo que hace. Siempre quiere ser el mejor. Frecuentemente les
dice a los demás: “te lo advertí”, “yo sabía”, “te lo dije, pero tú nunca me
escuchas”, etc.
El
Ego Jinete: Se monta de lo que dicen otros. Se aprovecha de los datos
de los demás para su propio beneficio. Saca partido de lo que otros dicen para
estructurar sus propias intervenciones. Es copión y usurpador.
El Ego Sordo: Nunca escucha, le gusta hablar sólo a
él, habitualmente finge escuchar.
El Ego Manipulador: Es aquel ego astuto que siempre se
las arregla, ya sea tergiversando, acomodando, engañando, mintiendo o
justificando para que las cosas resulten siempre a su favor.
El Ego Orgulloso: Es aquel ego competitivo, discutidor, que no le
gusta perder.
El Ego Premental (silencioso): Es aquel ego que calladamente
tiene un discurso paralelo, es criticón, hipócrita y enjuiciador.
Cuando uno de estos egos predomina
incluso las relaciones interpersonales se ven afectadas, poco a poco las
consecuencias se van convirtiendo en una bola de nieve, y si no hemos
reconocido su existencia, ni siquiera entenderemos que sucedió ni por qué
sucedió. En cambio sí lo hemos reconocido podríamos activar mecanismos para
manejar los efectos sobre nuestro organismos y sobre las
consecuencias negativas en nuestro entorno.
Continuará